La experta en psicología de la vejez Rocío Fernández-Ballesteros nos habla de la relación entre comportamiento y longevidad.
La catedrática Emérita de la Universidad Autónoma de Madrid, Rocío Fernández-Ballesteros, ha participado recientemente en el Simposio Internacional “Longevidad y Comportamiento”, un encuentro en el que los ponentes se preguntaban, entre otras cuestiones, si el comportamiento es un factor interviniente en la longevidad.
En una entrevista a NGD, la experta en psicología de la vejez ha explicado que “las personas mayores en contextos sanitarios y sociales se sienten tratadas como niños”, pero nos ha contado mucho más:
Según ha afirmado “tener una buena vejez depende en un 75% de uno mismo”, pero ¿qué actitudes favorecen que eso sea así?
Le agradezco esta pregunta porque eso no es correcto, lo que dicen los científicos tan reputados como Vaupel, entre otros, es que el 25% de las formas de envejecer se deben a la genética y, por tanto, que un 75% es atribuible al ambiente. Lo que añado yo es que en ese 75% hay que tener en cuenta el comportamiento, lo que el individuo hace y que, por tanto, el individuo es responsable en alguna –indeterminada- medida de su forma de envejecer ello debe de ser investigado y a ello se ha dedicado el Simposio Internacional “Longevidad y Comportamiento”.
Una persona afable, con buen carácter, pero que vive en un entorno hostil, que a lo largo de su vida sufre situaciones traumáticas, ¿puede llegar a tener una buena vejez?
Aunque el estrés sea una condición psicológica (por cuanto es la respuesta de la persona ante un estresor) y tiene efectos sobre los sistemas biológicos, si un individuo maneja bien las situaciones difíciles de la vida, por supuesto, puede envejecer bien y existen técnicas de control de estrés para enfrentarse a ellas.
Hasta que punto ¿puede reeducarse a una persona cuando es mayor y hacer que aprenda conductas que favorezcan que envejezca saludablemente?
Los seres humanos tenemos una amplísima plasticidad cerebral, lo cual quiere decir que somos capaces de aprender a todo lo largo de la vida. Pensar que por ser mayor se es incapaz de aprender es un estereotipo, bastante común, esencialmente erróneo.
¿Podríamos evitar ciertas dolencias que causa la edad con un cambio de actitud?
En principio la edad no “causa” dolencias aunque sí existen enfermedades asociadas a la edad. Esta empíricamente probado que las personas con una actitud positiva ante la vida viven más y con mejor salud.
Si es así ¿debería apostarse más en los servicios de salud por terapias para favorecer conductas y comportamientos adecuados?
Sin lugar a dudas, la promoción de estilos de vida saludables como no fumar, el ejercicio físico, una dieta equilibrada y habilidades de manejo del estrés, la ansiedad, o la depresión deberían formar parte de los Servicios de Salud de Atención Primaria.
¿Invertir en este tipo de terapias reduciría la dispensación de medicamentos?
¡Por supuesto! Está demostrado que la promoción de la salud mediante intervenciones comportamentales y psicológicas ahorran en fármacos y, sobre todo, a largo plazo alargan la vida. La investigación debería demostrar la eficiencia de la promoción de la salud y la prevención primaria de la enfermedad mediante análisis costo-beneficio.
Usted ha realizado a lo largo de su carrera numerosas investigaciones, entre ellas algunas relativas a los estereotipos ligados al envejecimiento. ¿Se han modificado en los últimos años esos estereotipos? ¿Cree que las últimas movilizaciones de los jubilados en las calles por las pensiones están haciendo cambiar esos estereotipos?
Las imágenes que la población general tiene del grupo de edad mayor está, sin duda, mejorando en lo últimos 30 años. Ello se pone de relieve en nuestros estudios sobre este particular pero, no obstante, las personas mayores están discriminadas en muchos ámbitos, un buen ejemplo es establecer la jubilación obligatoria. Ello que es una conquista del desarrollo humano y social no debería ser voluntario. Además, las personas mayores en contextos sanitarios y sociales se sienten tratadas “como niños”.
El personal sanitario suele referirse a ellas con actitudes paternalistas. Pero, a su pregunta, a mí no me cabe duda de que las manifestaciones actuales influirán en ese cambio de imagen que se ha venido produciendo hace años, no obstante deberemos contrastar científicamente si ello tiene un impacto específico.
En este sentido ¿Cree que la participación social de las personas mayores en la sociedad se corresponde con el peso demográfico que tienen? ¿Debería fomentarse su participación?
Si se refiere a los ámbitos políticos, la respuesta es claramente negativa; existe una escasísima participación en personas mayores en los Parlamentos nacionales y de las comunidades autónomas y, por otra parte, según estudios Europeos, España es uno de los países de más baja participación. No obstante, las personas mayores en España siguen teniendo una participación intensa en la vida familiar y social comunitaria y son altamente productivas.
Hicimos un estudio muy interesante en el que contabilizamos las horas invertidas en una serie de “trabajos” no pagados (realizar gestiones, cuidar a enfermos, compras, etc.) en una muestra de población mayor y contabilizamos ese trabajo a precio mínimo. Los resultados publicados en Research on aging ponen de relieve que las personas mayores realizan un trabajo equivalente a 106 mil millones de Euros.
¿Pesan mucho esos estereotipos a la hora de que una persona se enfrente a la vejez?
Desde luego, Becca Levy, eminente investigadora sobre este ámbito, sostiene que las imágenes que una persona recibe de la sociedad en la que vive se interiorizan convirtiéndose en auto-estereotipos que influyen en su salud y supervivencia.
Otro de los temas que ha analizado es la calidad de vida de las personas mayores. ¿Qué signos pueden indicarnos que una persona mayor tiene una mala calidad de vida?
La calidad de vida es un constructo multidimensional, no bien definido, cuyos ingredientes son los siguientes: buena salud, valerse por sí mismo, llevarse bien con la familia y los amigos, llevar una vida activa y tener soporte económico y educativo. No obstante, los individuos suelen darle un peso relativo a cada uno de estos factores.
La soledad de las personas mayores perjudica su salud, pero ¿es mejor vivir en soledad que tener una mala relación social? O ¿siempre es mejor tener relaciones sociales?
Las relaciones sociales suelen ser consideradas como un filtro o tamiz, tanto de la enfermedad como de la satisfacción del individuo. No obstante, creo que es el individuo el que debe decidir si prefiere la “mala relación” social o vivir solo.
Como resultado de uno de sus estudios, hace 20 años crearon el Sistema de Evaluación de Residencias de Ancianos (SERA), ¿Cree que las residencias son un buen lugar para que las personas pasen los últimos años de su vida?
Hace tiempo realizamos un interesante estudio cuyo título era “Satisfacción residencial, antes-después”. Preguntamos a personas mayores si desearían vivir en una residencia; en un altísimo porcentaje la respuesta fue negativa y, también, preguntamos a personas mayores que habitaban en residencias si estaban satisfechas de vivir en la residencia y si la recomendarían a sus amigos. La respuesta en un amplísimo porcentaje era de satisfacción y recomendación.